Mientras la economía comienza a recuperarse, de la mano de un proceso de vacunación exitoso que afortunadamente está mostrando los resultados por todos esperados, pero sobre todo del esfuerzo de trabajadores y empresas, comienzan a emerger con más nitidez que nunca los que debieran ser los principales focos de la empresa, las autoridades y todos quienes debemos tener la responsabilidad y el propósito de trabajar de manera incansable por el bienestar de las personas.
La encuesta CASEN conocida recientemente nos revela los estragos que causó la pandemia en las familias. Por primera vez desde el 2000 -año en que se sintieron los efectos de la crisis asiática- la pobreza aumentó en Chile respecto a la medición previa y alcanzó en 2020 al 10,8% de las personas. No podemos caer en la autocomplacencia al comparar los datos con el resto de los países de América Latina, donde la pobreza partió de un nivel más alto y empeoró en mayor grado durante la crisis sanitaria. Es cierto que la situación podría ser aún más dramática sin los paquetes de ayuda fiscal que evitaron que más familias cayeran por debajo del umbral de la pobreza, pero la principal lección que nos está dejando esta crisis es que tanto desde la perspectiva familiar, social y económica hay pocas razones para celebrar y muchas para preocuparse y movilizarse hacia acciones relevantes y estratégicas para provocar un cambio de escenario.
Lo cierto es que detrás del aumento en los niveles de pobreza se esconde un profundo deterioro del mercado laboral. No es casual que, de acuerdo a la CASEN, 1 de cada 3 personas en situación de pobreza esté desocupado (un salto de casi 6 puntos respecto a 2017), mientras el desempleo entre los que no son pobres llega solo al 11,1% en 2020. Mientras la mitad de los que superan el umbral de la pobreza -y están económicamente activos- se encuentran ocupados, esa cifra alcanza solo al 30% en el caso de las personas pobres.
Es lamentable constatar que esta realidad medida en 2020 no se ha revertido con el correr de los meses. Recientemente, el Centro Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica, informó que el empleo en junio retrocedió en algo más de 200 mil puestos de trabajo en relación al registro del mes de mayo. Es decir, la recuperación que mostraba el empleo ha estado debilitándose en las últimas semanas, exponiendo a más familias a una situación de vulnerabilidad económica.
¿Qué podemos hacer desde la empresa? Se hace imprescindible trabajar por acuerdos de todos los actores -públicos y privados- que permitan resolver con urgencia el ingente problema asociado al empleo. Los bonos que ha entregado el Estado han sido útiles para evitar mayores niveles de vulnerabilidad en las familias chilenas, pero no son una medida que pueda sostenerse en el mediano plazo, por los enormes costos fiscales asociados. La creación de puestos de trabajo de calidad es la única fuente de ingresos estables que pueden tener las familias y en este ámbito la empresa juega un rol ineludible, porque más del 80% del empleo formal es de origen privado.
Desde las empresas debemos seguir promoviendo, facilitando y ayudando en el proceso de vacunación de los trabajadores y sus familias; así como también debemos contribuir garantizando medidas de seguridad sanitaria que incentiven un retorno seguro; ofrecer una retribución justa que integra capital social y económico en coherencia con su aporte de esfuerzo, talento y productividad; privilegiar la creación de nuevos puestos de trabajo -en especial la contratación de mujeres y jóvenes- y proveer mecanismos de reconversión, formación e intermediación laboral, para la reinstalación de los trabajadores, idealmente al interior de las mismas empresas; profundizar espacios de flexibilidad y adaptabilidad laboral; respetar y promover la diversidad; promover el diálogo y participación de trabajadores; participar en proyectos colaborativos público-privados para enfrentar desafíos transversales como la empleabilidad, la reconversión de capacidades o la inclusión laboral de los sectores más excluidos. Finalmente, apoyar el desarrollo y crecimiento de todos los eslabones de la cadena de valor, generando alianzas virtuosas con contratistas y proveedores, especialmente PYMES; y promover las buenas relaciones entre estas últimas y las grandes empresas.
Como empresarios tenemos que seguir trabajando por un crecimiento y desarrollo integrador, por una sociedad en que nadie quede rezagado o abandonado a la orilla del progreso. En las complejas circunstancias que hemos vivido como consecuencia de la pandemia, queremos seguir renovando nuestro compromiso con la ciudadanía. Desde SOFOFA seguiremos trabajando por recuperar los puestos de trabajo perdidos y crear los nuevos puestos necesarios para una nueva realidad y apoyaremos todas instancias que permitan que cada chileno pueda acceder a un trabajo digno que le permita alejarse de los umbrales de vulnerabilidad económica y social.
Richard von Appen
Presidente SOFOFA